En mi lucha constante por ser constante me he encontrado con múltiples imprevistos y uno de los más habituales es perder el bus de la universidad. Cuando esto pasa me veo obligado a pagar taxi, una costumbre que nunca quise que se volviera costumbre puesto que a pesar de que mi objetivo fuese llegar a tiempo el punto era tomar el bus de la universidad y cumplir con el deber, además les puedo decir y sé que no soy el único: andar en taxi es caro y un tanto arriesgado.
Siempre he sido una persona precavida y observadora en la medida posible, de hecho al principio me costaba mucho animarme a tomar transporte público por las infinitas "casualidades" que pueden ocurrirte en la calle. Es por eso que nunca tomo el primer taxi, siempre me fijo en el conductor y también en la zona, aunque a veces me guste fiarme del azar y rompa mis propias reglas. Tampoco voy a dejar de contarles que mis padres siempre fueron un tanto...protectores y tomar un taxi o bus siempre fue la última alternativa o el plan z.
Como ya dije antes, hay infinitas "casualidades" que les pueden ocurrir en la calle y hoy es día de contar algunas de mis experiencias que guardo con mucho recelo. Es por esto que he decido iniciar una nueva sección en mi blog llamada: Historias de Taxi. Siempre me ha gustado dejar una buena impresión en las personas y la mejor forma para hacerlo es tratar de tener una plática jovial y amena con las personas, permitirles que se expresen y escucharlas con calma. Este método me ha servido lo suficiente como para acumular ciertas historias que hoy les compartiré.
Era uno de esos días caóticos en los que prometí levantarme temprano pero terminé durmiendo "5 minutos más" que se volvieron horas. Caminaba rápido por el puente de la miraflores mientras esquivaba a todo el número de personas posible, el reloj marcaba las 3:05 cuando salí de casa, probablemente si me movía rápido llegaba a tiempo y lo alcazaba. Mis esperanzas se desvanecieron inmediatamente cuando veía el bus pasar frente a mis ojos. Para no hacerles largo el cuento me dispuse a tomar el primer taxi que vi y vaya que valió la pena.
Al subirme dije buenas tardes y recibí un cálido saludo de un señor gordo, calvo, trigueño y con una voz muy grave que pronunciaba de forma exquisita la s. Portaba camisa azul manga larga tipo jean, de esas que muchos tenemos, cuando ibamos a mitad de camino me preguntó a qué me dedicaba y qué estudiaba, para los que no me conocen estudio Comunicación y Publicidad. Al principio el no entendía muy bien de qué se trataba la carrera y la forma más fácil de explicarsélo fue decirle que mi trabajo consistía en diseñar publicidad y que todo los rótulos y anuncios del medio eran trabajos de mi rubro.
Inmediatamente me ordenó abrir la guantera y me dijo que sacara dos fotografías de rótulos que él había pintado a mano en un par de negocios. Para serles sincero no estaban mal y me parecio un gesto muy ameno de su parte, por lo que me dispuse a abusar de su confianza y le pregunté qué profesión ejercía o a qué se había dedicado en el pasado.
"Fui marinero", me dijo.
"Ah, ¿en la costa norte?", pregunté.
"No, New York y Londres", respondió.
A ver... procesemos esto juntos, ¡no todos los días te encontrás un taxista que fue marinero en el extranjero y que pinta rótulos!. Inmediatamente le pregunté su historia y qué tan grande había sido "su vuelta" por la vida. Me dijo que cuando era joven surgió una oportunidad para trabajar en alta mar fuera del país y que sin pensarlo tanto lo aceptó. Después de un par de años en Estados Unidos y con muchos anhelos se fue a Londres, lugar donde se casó y tuvo un hijo, su vida era el mar.
Después de tanta azúcar, volví a abusar de la confianza y le pregunté: "¿y qué lo trajo de vuelta?" (No me juzguen, solo estaba cazando historias y esta era una oportunidad que terminaba al bajarme del taxi).
"Mi esposa era ninfómana", dijo.
Mientras lo miraba sin saber qué decirle continuó: "...esa mujer me tenía delgadito. Ni de comer me daba" y también dijo un par de obsenidades muy graciosas que vale la pena repetir si algún día puedo contarsélas cara a cara.
"¿Y eso lo llevó a regresarse a Honduras?,¿qué hay de su hijo?", le pregunté.
"Probablemente él ya tenga unos 30 años. Creo que no entiende lo que significa estar con una ninfómana y ojalá nunca lo sepa. Esa mujer me vendió hasta el carro para que yo no pudiera irme a ningún lado. No, no regresé a Honduras fui a New York y años después volví a Tegucigalpa. Actualmente vivo solo y hago esto para mantenerme".
Después me preguntó si yo sabía inglés y por muy gracioso que parezca, me puso a prueba. Su inglés era muy fluído y al igual que su pronunciación del español, le salía natural. Al llegar a la universidad le dí la mano y le pregunté su nombre, que para mi suerte ya no recuerdo, prometí tratar de volver a encontrarlo de nuevo y seguir escuchando sus historias. Vivo con la espera de tomar su taxi una vez más y sacarle jugo a sus relatos.
Se trate de algo falso o algo verdadero, es una buena historia ¿no creen?. Me gustaría saber si han vivido una historia peculiar que valga la pena conocer y contar. No olviden compartir este post y darme like en las redes sociales. Buenas noches a todos, a todos menos a los que no les gusta platicar con las personas.
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